Hace cien años, en el corazón de la pintoresca ciudad de León, nacía una tradición que se convertiría en un pilar fundamental de la gastronomía local. Desde entonces, nuestra empresa se ha dedicado con pasión y devoción a preservar los sabores auténticos de la región, llevándolos con orgullo a todos los rincones del país.
La historia de nuestro legado comienza en el seno de una familia trabajadora, guiadas por la vision y el esfuerzo incansable iniciado por Mercedes Medina, Adilia Madriz, Mercedes Galo. En el pintoresco barrio indígena de Sutiaba, nuestra travesía gastronómica tomó raíces que, con el tiempo, se expandirían y florecerían en un hermoso legado culinario.
A lo largo de cuatro generaciones, hemos perseverado con dedicación y amor por la autenticidad de los postres leoneses. Cada día, nuestra familia trabaja incansablemente, fusionando la herencia de doña Adilia con las innovaciones emprendedoras que han impulsado nuestra evolución.
En la actualidad, más que solo ofrecer delicias horneadas, representamos la esencia misma de la tradición y el arraigo familiar. Cuatro generaciones han dejado su huella, creando una experiencia culinaria que va más allá de lo simplemente sabroso: es la encarnación de un legado, de un amor transmitido de generación en generación.
Los nicaragüenses somos portadores de un tesoro invaluable: amor, tradición y cultura. Desde la histórica ciudad universitaria de León, deseamos continuar difundiendo nuestro arte culinario por toda la hermosa Nicaragua. En cada postre, en cada bocado, resuena el eco de nuestra historia, un testimonio vivo de la riqueza que podemos compartir con el mundo. Porque en cada horno encendido late el corazón de nuestra tradición, y en cada cliente satisfecho, encontramos la recompensa de un siglo de dedicación y pasión.